martes, 9 de febrero de 2010

De todas las cosas malas, se sacan cosas buenas... :)

Hace 69 años, cuando era adolescente, Anne Marie Polestén decidió convertirse en sacerdotisa vudú. “Fue en 1941, hace mucho tiempo”, dice Polestén.

Ella se mudó a un vencindario en Puerto Príncipe y ganó cierta reputación. El pastor Camille Deravins supo de ella cuando decidió abrir una iglesia en el área hace trece años.

“Me dijo que teníamos un año para salir del vecindario o mataría a todos los miembros de mi iglesia con una maldición”, comenta el pastor.

Luego, ocurrió el terremoto. “Estaba en la sala con mi hija cuando ocurrió, traté de salir pero mi hija murió. Esto quedó de mi casa”, explica Polestén.

A algunos metros de distancia el pastor Deravins experimentó una pérdida similar. Su iglesia y su casa también fueron destruídas. Polestén y Deravins ahora no tienen donde vivir, ambos se han hecho amigos.

Tras años de acosar a la iglesia, la curandera y el pastor tienen una nueva amistad. Polestén se muestra feliz de poder apoyarse en él mientras caminan por las calles de su vecindario.

“No importa lo que necesite él me ayuda, cuando casi muero en el terremoto, él me ayudó. Su iglesia me acogió. Ahora vivo en este campamento con otros cristianos que también perdieron su hogar”, dice Polestén.

Los cristianos en el campamento tienen reuniones de alabanza y adoración en las noches y para sorpresa de muchos Polestén acude regularmente. “Sí, yo voy, yo voy. No me he convertido al cristianismo pero sí, siempre voy, pregúnteles”.

El gobierno haitiano reconoció oficialmente al vudú como religión en 2003, se cree que más de la mitad de los nueve millones de habitantes practica el vudú. Pero para esta anciana de 83 años, el terremoto trajo serias dudas sobre sus prácticas religiosas.

“Voy a dejarlo, voy a dejar el vudú, no me trae más que tristeza”. Un sentimiento que el pastor Deravins ha escuchado repetidamente en los últimos días, mientras los haitianos luchan por entender su aflicción.

Según el pastor Desravines mucha gente está aceptando a Cristo. “Casi a diario después de la reunión alguien pasa al frente a proclamar su nueva fe”.

El pueblo de Haití está muy agradecido por la respuesta mundial a la crisis pero tomará mucho tiempo que esta nación sea reconstruida. Sin embargo hay una sincera esperanza y oración que un día Haití se levantará de esta tragedia para ser luz y bendición para otros.